sábado, 19 de julio de 2014

Psicoanálisis en la política: en torno al estudio psicológico sobre el Presidente Wilson (Freud & Bullitt)

por Claudio Steinmeyer, Berlín, Julio de 2014





I) El presidente Thomas Woodrow Wilson abre interrogantes al psicoanálisis

A través de los posts en el blog procuro aportar mis conclusiones sobre un determinado texto teórico, o a veces proponer lecturas nuevas de un texto cuyo sentido quedó demasiado cifrado en determinada dirección, o formular alguna hipótesis de trabajo a partir de un efecto en la actividad clínica.
Pero en este caso me interesó un breve y fascinante fragmento de la historia del psicoanálisis. Un hecho histórico sobre el que no hay abundante documentación y por cierto que no contamos con la posibilidad de consultar a los protagonistas sobre los detalles y razones de sus actos. Disponemos sin embargo de su resultado: un libro y podemos conocer e inferir las circunstancias por el contexto en que fue elaborado.  Tampoco es la idea superponernos con el trabajo profesional que pueda hacer un historiador que cuenta con los apropiados  elementos metodológicos.

Reconociendo estas limitaciones, me conformaré simplemente con señalar algún que otro interrogante y sugerir alguna explicación seguramente difícil de demostrar. Además del placer de compartir con el lector los principales mojones de un suceso en la historia del psicoanálisis calificable por lo menos de enigmático.

Y nos referimos a cuando Freud se metió de lleno en un asunto de política internacional por cuanto la personalidad en juego era la de un estadista. Ni más ni menos que el 28.avo presidente de los EE.UU., Thomas Woodrow Wilson.
Que Freud se haya ocupado en escribir un ensayo sobre un presidente norteamericano, es algo que en este furor noticioso de la “homeostásis de la época” como lo define Randall L. Schweller podría incluso pasar como obvio, pero visto más de cerca no deja de sorprender.
Además presenta la particularidad de que al igual que los Estudios sobre la Histeria, es de los pocos textos freudianos firmados en conjunto con otro autor.

Empecemos con una rápida semblanza del ex-presidente Wilson y hechos acontecidos durante su administración:
 Fue miembro del  Partido Demócrata / 28. presidente de los  EE.UU. ganando dos elecciones con las que se mantuvo en el cargo de 1913-1921, es decir que buena parte de su mandato coincidió con el desencadenamiento, desarrollo y epílogo de la I. Guerra Mundial en la que la participación norteamericana resultó decisiva para la victoria de los aliados /  Impulsó la ley seca / Promovió las primeras  intervenciones militares en Latinoamérica  / Mantuvo políticas raciales segregacionistas, aunque por otro lado abrió por primera vez la posibilidad de que miembros de la comunidad judía accedieran a puestos políticos /Obtuvo el premio Nobel en 1919 por su impulso a la Liga de las Naciones, precedente institucional de la actual Organización de las Naciones Unidas - ONU / Impulsó el voto directo para la elección de senadores / Se implementó el sufragio femenino / Inauguró el canal de Panamá / Fue el primer presidente norteamericano en tener una audiencia con el Papa / Prohibió el trabajo en la infancia.

Pero lo que más interesa para el presente estudio es que decide la participación de EE.UU. en la I Guerra Mundial llevando  a ésta rápidamente a su fin con la capitulación de Alemania y la firma del tratado de Versalles que por cierto el Congreso de EE.UU. nunca ratificó.
Antes de adentrarnos en los contenidos del libro, trataremos de situar el contexto en que se desarrolla su historia  ayudados por las habituales fuentes biográficas:  E. Jones, P. Gay, correspondencias, la autobiografía y la Historia del movimiento psicoanalítico (S. Freud).

Entonces la pregunta que de alguna manera utilicé como brújula es: ¿qué pudo haber causado a Freud para involucrarse en el estudio de la personalidad de Wilson?  
El proyecto de hacer un libro sobre Wilson se remonta al comienzo de los años veinte. Precisamente en Berlín, ciudad a la que había ido Freud para someterse a una de las cirugías relacionadas con el carcinoma en su paladar.
Fue entonces que William C. Bullitt aprovechó para hacerle una corta visita y donde la idea del proyecto surgió por primera vez. Bullitt era un periodista y diplomático norteamericano vinculado al partido demócrata. De hecho se desempeñó como  uno de los colaboradores de Wilson hasta que le presentó su renuncia en 1919 por desacuerdos con su política exterior. Pero además Bullitt era analizante de Freud, por lo que la idea del proyecto se profundizó en posteriores sesiones en Viena. Es decir que a través de Bullitt, la crème de la crème de la política norteamericana y el psicoanálisis se aproximaron como nunca antes.
La idea original de Bullitt era escribir un libro en torno del Tratado de Versalles y sus protagonistas incluyendo al presidente Wilson, además de Clemenceau, Orlando, Lloyd George y Lenin. A partir de la complementación con Freud, acordaron sin embargo en centrarse exclusivamente en Wilson.
No obstante la conocida opinión de Freud respecto a “no utilizar al psicoanálisis como arma en polémicas sobre política” y por otro lado su renuencia a escribir ensayos psicoanalíticos sobre personalidades en vida, curiosamente aceptó sumarse a la propuesta.
Pero no fue hasta 1930 que ambos comenzaron a redactar sus respectivos borradores que luego compaginarían en reuniones personales además de discutir y responsabilizarse recíprocamente sobre los contenidos.
 En 1930 Freud le escribe a Arnold Zweig diciéndole que se embarcó en un proyecto “casí político” y excusándose de no poder brindarle mayores detalles.
  

II) Acerca del texto:

 El libro consta de tres partes principales: Introducción, Recopilación de datos, Estudio psicológico. Siendo la primera la única que fue firmada sólo por Freud. El resto del libro no refleja el estilo ni el sello personal de Freud.
Aún así incluso la introducción presenta por momentos un estilo un tanto alejado de la clásica prosa freudiana. Pero pensar que el texto fue retocado con posterioridad al fallecimiento de Freud nos llevaría a un terreno absolutamente pantanoso. Así que lo tomaremos a la letra. Freud reconoce en el primer párrafo que la figura de Wilson le resulta antipática: por su declaración de ser el hombre elegido por Dios para conducir los destinos de EE.UU., por su tendencia a anteponer los deseos personales por sobre los hechos de la realidad que lo lleva a distorsionar la verdad “La compulsión a decir la verdad, tiene que tener puntos de fijación ética, pero por cierto apoyarse también en el respeto por los hechos.” (1)  Notemos de pasada este interesantísimo detalle freudiano que refiere a la “compulsión a decir la verdad” - y no a la compulsión a mentir -.
Pero luego Freud escribe que a medida que se adentraba en los detalles del personaje empezó a sentir cierta simpatía por Wilson, pero una simpatía mezclada con la compasión, como la que se puede sentir por el personaje del Quijote de Cervantes.
Luego de que Freud hace una breve descripción de su compañero de equipo Bullitt, viene el párrafo más llamativo de toda la introducción. Quizás el verdadero momentum político del propio Freud en el texto, y es cuando de alguna manera trata de despegar al psicoanálisis a raíz de su propia participación personal en el texto sobre Wilson: (traducción libre que hago sobre la edición alemana): “ Quizás critiquen los lectores  que presentemos nuestro texto como un “estudio psicológico” que sin embargo aplica puntos de vista psicoanalíticos sobre su objeto de estudio y que utiliza sin restricciones premisas y términos psicoanalíticos. Esto no ha sido una deformación forzada para evitar prejuicios por parte de la opinión pública. Al contrario, esta denominación debe llevar de un modo inequívoco a la convicción de que el psicoanálisis no es otra cosa que psicología, precisamente una parte de ella, y que en un estudio psicológico pueden usarse, sin pedir disculpas,  métodos psicoanalíticos cuando se trata de reconocer los profundos hechos anímicos.......”. (2)
Los últimos párrafos de la introducción, Freud los utiliza para desterrar la idea de que el objetivo del estudio haya sido demostrar la “patología” del estadista, precisamente porque el psicoanálisis hace tiempo que borró los límites entre lo normal/anormal identificando puntos neuróticos en cualquier personalidad.

En el capítulo siguiente Bullitt lleva a cabo una recopilación de los principales datos biográficos de la infancia y juventud de Wilson en el que se destaca principalmente el haber sido hijo de un pastor presbiteriano.
 En cuanto a la parte “psicológica”, el estudio se inscribe en el marco teórico posterior al “Más allá del principio del placer”, y hace hincapié en la cuestión  “económica” de la cantidad de libido a disposición de un sujeto.
En el análisis estructural, el estudio se centra en el complejo paterno de Wilson, una tendencia a la posición de mártir, y que nunca pudo ir más allá de la identificación al padre, pastor presbiteriano, en el que Wilson no veía ni más ni menos que a Dios. Y como hijo de tal, su identificación con el papel de Cristo era inevitable.  En resumen Wilson permaneció en lo inconsciente como un niño guiado por la búsqueda de amor  y a la vez temiendo la traición de sus pares como principales leitmotivs psicológicos. 
El odio al padre era canalizado a través de la actitud hostil hacia las personas y de ahí su predisposición a la guerra.
Sería muy interesante, pero para otra oportunidad, leer esta suerte de “biografía clínica” con nuestros actuales recursos teóricos y buscar cuál fue en definitiva la “solución Wilson” que le permitió anudar los tres registros de modo tal de no sólo evitar descompensaciones de gravedad, sino además llevar una vida relativamente exitosa.


III. Política del psicoanálisis y la Casa Blanca

En definitiva el ensayo no tiene nada de escandaloso y bastante de caricaturesco, como para justificar el lapso de diez años transcurridos desde que Bullitt y Freud hablaron por primera vez del proyecto hasta que el manuscrito queda terminado en 1932. Y es recién en 1938, en Londres, que el texto es finalmente autorizado por Freud.
Ocurrió que entre 1932 y 1938 surgieron importantes discrepancias por parte de Freud que casi hacen naufragar el estudio.
Se puede percibir como Freud trató de ralentizar todo lo posible la publicación del estudio.


Es aquí interesante situar los dos momentos clave aprovechados por Bullitt  para sacar adelante su proyecto. Dos momentos en los que podríamos entrever cierta posición de debilidad de Freud como para que Bullitt lograra sus objetivos.
El primero, como ya dijimos se sitúa a comienzos de los años veinte. Con una Europa aún trastocada por la Gran Guerra y sin duda comenzando a padecer las enormes restricciones económicas impuestas por el Tratado de Versalles, generando un agudo descontento social el cual era común que se exteriorizara a través de expresiones antinorteamericanas.
Coincide además con el momento en que Freud tiene su primer encuentro con lo real del cáncer  y comienzan las primeras de una larga serie de intervenciones quirúrgicas. Además Freud se hallaba sumido en las preocupaciones económicas ya que,  al igual que tantas otras empresas en esos duros tiempos, la Editorial Psicoanalítica se encontraba en una complicada situación financiera y en la incesante búsqueda de recursos económicos que le permitiera sobrevivir. Quizás Freud consideró aquí la posibilidad de acceder a cierta liquidez  desde EE.UU. en concepto de adelanto de derechos, aunque este recurso no se aplicó hasta 1931 cuando la editorial estaba dirigida por su hijo mayor, Martin.
Retomando el hilo de aquellos primeros años veinte y según Bullitt, Freud se encontraba un tanto cansado de vivir, apesadumbrado, y fue su proyecto lo que renovó en Freud las ganas de trabajar. Recuerda Bullitt como a Freud le volvieron a brillar los ojos cuando le habló por primera vez del proyecto.
Del lado de Freud la versión tiene otro color y es que Bullitt lo convenció de sumarse.
Pero sin duda que el que volvía a la carga una y otra vez con el tema era Bullitt. Freud estaba muy ocupado construyendo y desarrollando las consecuencias de su segunda tópica.
Es recién en el lapso 1931-1932 que el manuscrito es iniciado y terminado y como dijimos más arriba Freud recibe los primeros beneficios económico-editoriales.
Pero aún así no se decide a presentarlo ante la opinión pública y cambia algunos párrafos ante los cuales Bullitt se opuso rotundamente.  Y así el libro entra nuevamente en un impasse.

Bullitt entonces retorna a los EE.UU. a participar de la campaña electoral del presidente Franklin. D. Roosevelt quien resulta elegido y  Bullitt es nombrado embajador en París. Nos acercamos al segundo momento aprovechado por Bullitt para obtener el consentimiento de Freud. 
Desde su posición como diplomático,  en 1938 participa activamente en las negociaciones con la Austria ocupada por los nazis para autorizar la salida de Freud y su exilio en Londres, operación que por cierto fue también intensamente apoyada por la princesa Marie Bonaparte. Fue entonces en  Londres donde Bullitt retoma el tema del manuscrito y sin mayores dilaciones Freud aprueba el texto tal cual lo habían dejado y decide retirar los cambios propuestos.
Acuerdan, eso sí,  no publicarlo mientras viva la segunda esposa de Wilson.
 ¿Por qué  entonces tantos años de insistencia por parte de Bullitt? Podemos  suponer ciertas motivaciones políticas, acaso escalar posiciones en el Partido Demócrata buscando dirimir cierta interna política para lo cual proyectó este texto sobre Wilson y al que, para darle “apariencia científica”,  se le hacía importante la participación de Freud.

Pero del lado de Freud las motivaciones son más difíciles de suponer. Se pueden aducir las razones económicas ya citadas. O también  considerar que fue la oportunidad que encontró Freud para dar rienda suelta a su “antianortemericanismo”.
Al respecto recordemos que en la época en que se desarrolla esta historia el sentimiento antinorteamericano era compartido por muchos ciudadanos europeos en respuesta a la crisis económica en que se hallaba sumida Europa. Era común la crítica a los EE.UU. en términos de superficialidad e interés en el dinero. Y Freud no era ajeno a esta atmósfera.
 Freud también criticaba en los norteamericanos su propensión a transferir el principio democrático a la ciencia “...cada uno deber ser alguna vez presidente, ninguno puedo permanecer mucho tiempo en el cargo...ninguno destacarse por sobre los demás...y así estudian y trabajan sin aportarse nada entre ellos mismos...”.
Palabras muy duras, incluso políticamente arriesgadas, escritas por Freud en carta a Sandor Rado.
Otro nivel de desencuentro entre los EE.UU.,  y Freud era, y éste quizás más justificable desde el punto de vista psicoanalítico, la cuestión del psicoanálisis laico, el debate por preservar al psicoanálisis de las garras de la administración médica.
En una de las cartas a Fliess describe a Norteamérica como “regida por el dólar” o en otra a Arnold Zweig la describe como el Anti-Paraíso.
Pero por otro lado hay elementos que cuestionan este antinorteamericanismo de Freud, no sólo porque numerosos pacientes de Freud eran de origen norteamericano.
Tanto en la Historia del movimiento Psicoanalítico (1914), como en la Autobiografía ( 1924), no se encuentran esta clase de comentarios ácidos que estuvimos describiendo. Al contrario refiere con beneplácito la honorífica recepción académica de la que fue objeto en ocasión de la invitación al XX aniversario de la Clark University. De hecho Freud , a la hora de mencionar a  algún país poco receptivo del psicoanálisis, menciona a Francia. Y en la autobiografía  dice que al subir al estrado en Clark sintió que creía “asistir a la inverosímil realización de una fantasía optativa”. Recordemos que el propio Freud había evaluado seriamente, a poco de graduarse, emigrar a los EE.UU.
Ni mencionar que la participación norteamericana permitió abreviar enormemente  la duración de la espantosa  I Guerra Mundial permitiendo salvar numerosas vidas, incluídas las de los propios hijos de Freud.
 ¿Era acaso este antiamericanismo cierto semblante frente al ala izquierda de su propio movimiento? Sabemos que Freud solía hacer concesiones personales en pos de expandir y salvaguardar el futuro del psicoanálisis. Pruebo de ello ha sido la malograda sociedad con Jung, en quien creyó encontrar la base “aria” que necesitaba el psicoanálisis para escapar de la crítica antisemita.
Quizás Freud intuía que el futuro del propio psicoanálisis podía encontrarse en el nuevo mundo. Muchos psicoanalistas emigraron a EE.UU, y serían en parte los protagonistas del boom del psicoanálisis en los años cincuenta, tanto en Nueva York como en  Hollywood. Época de la cual el caso Marilyn Monroe es un buen exponente y que ya tratamos en otro lado: http://claudiosteinmeyer.blogspot.de/2011/06/el-caso-marilyn-monroe.html
Sin duda esta inmigración psicoanalítica  marcó una época, una forma de transmitir el psicoanálisis de la que tanto se ocupó Lacan en sus primeros años de enseñanza agrupados bajo el slogan del Retorno a Freud.
Tal vez su compromiso con el Proyecto Wilson obedecía a cierta estrategia de entretejido con el más alto nivel de la casta política norteamericana a los fines de facilitar la supervivencia del psicoanálisis ante un eventual derrumbe europeo.
Y si es así, razón no le faltó.  Estimadísimos colegas de Freud encontraron refugio en los EE.UU a raíz de sus exilios de la Alemania nacional-socialista
En parte él mismo pudo hallar a través del Presidente Roosevelt su salvoconducto a Londres.
En mi opinión, y como lo destaca  Lacan (3), si el psicoanálisis fue lo suficientemente sensible como para no dejar a ninguno de sus miembros en los campos de concentración,  quizás el Estudio sobre Wilson haya aportado su granito de arena para que esto así sucediera.



BIBLIOGRAFIA  CONSULTADA:

- (1) (2) Thomas Woodrow Wilson. Der 28. Präsident der Vereinigten Staaten von Amerika- Eine psychoanalytische Studie * (traducción personal de la versión alemana)
-         (3) Proposición del 9 de octubre. 1ra. versión.  Jacques Lacan
-         Historia del movimiento psicoanalítico. Sigmund Freud
-         Autobiografía. Sigmund Freud.
-         Freud, Eine Biographie für unsere Zeit. Peter Gay.

(*)Nota a la edición alemana: 
Sin duda que dentro de la propia temporalidad que presenta la misteriosa historia de este texto, la versión alemana, con su primera edición de 2008,   no es una excepción. Y la tapa presenta una curiosidad (no hace falta saber alemán para advertirlo) y es que lo anuncian como un estudio “psicoanalítico” en lugar de, como dice el original, “ psicológico”. Y esto no es un minucia habida cuenta de que el propio Freud, en la introducción, le dedica un párrafo entero a explicar porque habla de “psicológico”. Sin duda intuía la controversia que despertaría su publicación.
Quizás en Alemania supusieron alguna razón de marketing que impulsaría aún más las ventas, pues se publicó en forma simultánea al libro “Bush en el diván” del psicoanalista norteamericano Justin A. Frank.  




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